Biografía de Pedro Paz Soldán y Unanue
Nació en Lima en 1839.
Hijo de Pedro Paz Soldán y Ureta, y Francisca Unanue (nieto por parte de madre
del prócer Hipólito Unanue).
Fue hijo de Pedro Paz
Soldán Ureta y de Francisca Unanue. Su abuelo paterno era natural de Carrión de
los Condes, en Castilla la Nueva mientras que su abuelo materno era nada menos
que el prócer Hipólito Unanue, de quien heredó además de la hacienda de San
Juan de Arona, en el valle de Cañete, una espléndida biblioteca. De ahí tomó el
sobrenombre de Juan de Arona. Era sobrino directo de Jose Gregorío, Mateo y
Mariano Felipe Paz Soldán. Su tío Mateo Paz Soldán destacó también en el campo
de erudición, con el primer gran estudio de la Geografía del Perú, que fue
publicada en 1860 por otro de sus tíos, igualmente erudito, Mariano Felipe Paz
Soldán.
Sus primeros estudios
los realizó en el convictorio carolino, donde estudiaran los jovencitos más
selectos del país, pero las convulsiones políticas de aquellos años hicieron
que la familia se trasladase a Cañete, donde pudo nutrirse de provechosas
lecturas, especialmente de los clásicos y aplicarse a sus traducciones latinas.
“Fueron esos lozanos años sin duda –dice Villarán–, la más tranquila etapa de
su existencia, al menos en su conjunto y en tanto que no lo agitaron las
nostalgias y pesimismos.” .
En Cañete permaneció
(salvo esporádicos viajes a Arequipa o Iquique), hasta que a los 18 años
residió un año entero en la ciudad de Valparaíso, para embarcarse, en abril de
1859, para Europa en el más largo y provechoso de sus viajes, que siempre
recordó por sus “inefables fruiciones e inagotables enseñanzas” (Villarán, p.
18). Llega a Londres y de ahí se dirige a París, para entrar por vía terrestre
a España, visitando San Sebastián, Bilbao, Valladolid hasta llegar a Madrid en
pleno mes de julio. Seis meses permaneció en España, visitando por encargo de
Felipe Pardo y Aliaga a literatos reconocidos como Bretón de los Herreros y
Ventura de la Vega, antiguos compañeros del colegio de San Mateo donde
estudiara el inmortal creador del niño Goyito. Arona tiene entonces su primer
contacto con la Real Academia Española. Bretón de los Herreros era Secretario
de la Academia e impulsó la candidatura de don Felipe Pardo y Aliaga, quien fue
nombrado en 1860 miembro correspondiente de la institución madrileña.
Luego de una regular
estancia por tierras españolas, Arona seguirá un extenso periplo que lo llevará
por Francia e Italia, desde donde parte hacia Egipto, para visitar Alejandría y
El Cairo, y luego Damasco y Estambul hasta regresar pasando por Grecia a Italia
y Francia, desde donde regresa nuevamente al Perú a inicios de 1863, año en que
publica, justamente en París, su primer libro de poemas, con un título
claramente romántico: “Ruinas”.
Justo en 1860, estando
todavía en Londres, según él mismo declara, Arona empieza a idear una obra
“sobre este ingrato tema de provincialismos”. En el joven Arona se aunaban “los
recuerdos de la patria y la vivacidad de sentimientos”, tratándolo
provisionalmente como “Galería de novedades filológicas”. También en ese viaje
va pergeñando las poesías descriptivas que publicará en Lima en 1867 bajo el
título Cuadros y episodios peruanos, donde defiende el uso de peruanismos
aunque alguno le tache de “chabacano” y piense que el buen estilo consiste en
introducir algún que otro flamante hispanismo “traído por los pelos de las
orillas del Manzanares”. Al final del libro incluye un índice de los “términos
peruanos” contenidos en el libro, con una advertencia que ya declara su
intención de publicar un repertorio lexicográfico completo, que no vería la luz
hasta 1882.
Arona, hombre de
carácter atrabiliario y díscolo por naturaleza, siempre mostró interés y
preocupación por los temas del lenguaje. En uno de sus numerosísimos poemas
satíricos, destila una buena proporción de amargura con respecto a la situación
en que se encontraba, según él, el idioma. Murió el 5 de enero de 1895.
Fuente: wikipedia.org
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